top of page

microdiatriba: Bandersnatch

  • Foto del escritor: Yev O. P.
    Yev O. P.
  • 14 ene 2019
  • 2 Min. de lectura


A diferencia de lo que pretende Charlie Brooker en cada capítulo de Black Mirror, quisiera hacer una pregunta sin el afán de sonar filosófico: ¿Qué es Black Mirror: Bandersnatch? ¿Es acaso una película o un videojuego? Sólo es cuestión de poner atención a su contenido temático, así como a su medio interactivo, para que nos quede claro que los productores de Netflix se esmeraron en construir Bandersnatch como un híbrido que se ubicara justo en medio de ambas plataformas. Pero también hay qué notar que esto sólo se logró a costa de imponer sobre Charlie Brooker una gran presión laboral, una que lo desquició, y que lo orilló a hacer lo que todo guionista o director hace en sus circunstancias: plasmó su propia frustración durante la creación de la obra que Netflix le encargó bajo un deadline estricto —en esto nos recuerda a Barton Fink pero sin grandiosidad alguna—. Es así que Bandersnatch terminó tratándose de Stefan, un joven programador de videojuegos que es sometido a una intensa presión laboral durante la creación del videojuego que Tuckersoft le encargó bajo un deadline estricto. Curioso que se crea que la profundidad meta-referencial de Bandersnatch resida en otra cosa que en el patológico proceso de crear Bandersnatch para Netflix. Toda ruminación conceptual y estética en torno a nuestra supuesta falta de libertad personal, es tan solo un síntoma de la patología de Charlie Brooker, y no de un serio tratamiento filosófico sobre el tema. El que todas las puertas temáticas de Bandersnatch giren en torno a dicha ruminación sólo revela una depuración del producto televisivo, no una meditación cuidadosa. Bandersnatch se limita a pintar de sangre el tema principal en lugar de hacernos sangrar a los espectadores debido a él. Es por eso que los pomposos esfuerzos intelectuales que quisieron emular a los de Phillip K. Dick —influencia que se hace transparente cuando se revela un poster de UBIK durante el viaje de ácido de Stefan— jamás despegaron como hubiera querido el creador de Black Mirror. El problema fue ni su inspiración ni su malestar provinieron de una auténtica preocupación filosófica y universal, sino de algo bastante personal y ordinario, algo más cercano al día a día de la industria televisiva que a la metafísica de la libertad humana (como se pretendió hasta el cansancio). Sólo es cuestión de ver el resultado, uno que apantalla y entretiene más por su superficialidad que por su profundidad. ¿Tenemos aquí una película o un videojuego? Bandersnatch no logra el mismo grado de inmersión que sí logra una buena película o un buen videojuego, así que tenemos aquí un punto intermedio menos virtuoso qué señalar. Lo que hace original a Bandersnatch es precisamente lo que no lo hace un buen producto. Pero Charlie Brooker ya lo vaticinaba en cada línea temporal descrita en la película: en casi todos los casos, la crítica no elogiaba a Bandersnatch. Otra profecía cumplida al más puro estilo de Black Mirror.

 
 
 

Comments


© 2015 by Cinéfiloenojado

  • Facebook B&W
  • Twitter B&W
  • Instagram B&W
bottom of page