BOJACK HORSEMAN: la Sombra como comedia.
- Yev O. P.
- 24 jul 2016
- 3 Min. de lectura

La fuente de la comedia — de la buena comedia — siempre ha sido el absurdo. Nada nos da más risa que cuando vemos a alguien hacer algo esperando cierto resultado, y las cosas le salen de la manera contraria, o cuando se hace algo claramente indebido, tan indebido que es a todas luces cómico. La caída de alguna personalidad respetable (Juan Gabriel); un sujeto frente a una multitud confesando sus hábitos masturbatorios (Louis C. K.); yo escribiendo tales nombres juntos en el mismo párrafo. Son cosas que no deberían de pasar, y eso es lo que nos da risa. ¿Y qué de un caballo antropomórfico estrella de Hollywood que no logra ser feliz a pesar de todo su éxito y su dinero? Si esto podría parecernos más drama que comedia, es porque, de hecho, ambas formas teatrales tienen su base en el absurdo. (La maestría radica en saber cuándo lo inesperado debe producirnos tristeza, y cuándo producirnos risa.) El creador de Bojack Horseman sabe perfectamente estas cosas, y es por eso que ha conseguido crear una de las más balanceadas series animadas de televisión de los tiempos recientes, una que camina perfectamente en la delgada linea entre el drama y la comedia.
Bojack Horseman merece un lugar especial en el corazón de este cinéfilo enojado, pues, pese a que se trata de una serie animada de TV, resume en muchos sentidos lo que se quiere hacer aquí: criticar crudamente la cultura, sin sobriedades. En el caso de Bojack Horseman, el objeto de la crítica es la cultura de la celebridad, o el universo (interior) de las estrellas de Hollywood en toda su asquerosa plenitud. Pero como hablamos de realidades, Bojack Horseman también trata de sacar de las profundidades lo que no sólo Hollywood sino toda la sociedad ha querido ocultarnos: la condición fundamentalmente humillada de ser humano, la soledad infinita de ese 'yo' que sólo uno llega a conocer, la culpabilidad irremediable de lo que hacemos una y otra vez a pesar de que conocemos los lugares sombríos a los que tales acciones nos conducen.

Bojack Horseman es una celebridad de televisión que ha pasado de moda, y que cree que podrá recuperar la adoración del público si escribe un libro autobiográfico en el cual retrate al "verdadero" Bojack. El problema es que el verdadero Bojack es una mierda, y lo que él cree que es el "verdadero" Bojack no es sino una idealización de su propia persona. Justo al fondo, sin embargo, palpita el pasado que nuestro protagonista ha intentado borrar para poder vivir consigo mismo. Pero Bojack no puede escapar de sí mismo, y eso se lo hace entender su amiga Diane Nguyen, una especie de 'Daria-oriental' que se gana la vida sumergida en el anonimato, escribiendo libros para celebridades (lo cual, no se confundan, tampoco le trae felicidad alguna). La serie animada trata básicamente de la travesía de un hombre descubriendo poco a poco su Sombra, haciendo las paces con ella, al mismo tiempo que renegando de ella en cada ocasión. ¿Y qué es vivir sino exactamente ese proceso doloroso? (Un psicoanalista podría aquí patearme en los huevos.) Como todo buen personaje, Bojack Horseman es la imagen universal del ser humano en toda su miseria, en toda su tristeza, en toda su culpabilidad, y eso sin que deje de ser groseramente cómico.
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