IDIOTERNE: Lars von Trier, creador idiota.
- Yev O. P.
- 11 dic 2014
- 2 Min. de lectura

Luego de ver Idioterne de Lars von Trier con el detenimiento debido, he llegado a la más que consecuente conclusión de que el director danés no es otra cosa que un idiota cinematográfico, o mejor dicho, un creador idiota. Y que quede bien claro que estoy siendo lo contrario a peyorativo. Lars von Trier no hace cine babeando a la manera de Michael Bay; no es un idiota en el sentido usual de la palabra, sino en el sentido que él mismo discute y explora en su Dogma #2. (Idiota en el buen sentido, pues.)
Lo que Lars von Trier quiere es un cine auténticamente libre; una creación cinematográfica auténtica. Y para él no hay otra forma de llegar a ello sino mediante la suspensión de la razón, o, por decirlo de otra manera, la destrucción de los grandes valores que nos atan y que, a menos que los rompamos, no dejarán que se manifieste la auténtica libertad que caracteriza al espíritu creador. Así, al igual que sus personajes idiotas -aunque más valiente, pues él lo vive realmente detrás de la cámara-, Lars von Trier practica una idiotez metódica cuyo fin no es la mera destrucción de la razón sino el encuentro o desentierro del valor superador de la razón, que es el de la creación libre y pura. Lo que encuentra es Idioterne.
Fondo y forma, Lars von Trier habla de este proceso a la vez que lo realiza. Cuando se decide por grabar sin ningún tipo de efecto o recurso tecnológico, es un idiota; cuando se decide por no mezclar sonidos sino empecinarse dogmáticamente en el recurso diegético, es un idiota; cuando no permite la creación de sets ni la implementación de luces artificiales, es un idiota. Pero, ¿qué sale de todo ello? Una obra repleta de espacios reales y sinceros, actuaciones que dan vida a personajes que no necesitan nada más que sí mismos para brillar, situaciones originales y provocativas que dejan mudo a cualquier espectador. De lo idiota brota lo auténtico: eso demuestra Lars von Trier, tanto en la historia ficticia del film como en la historia real de su producción.
Pareciera que Idioterne es una película auto-referencial que trata sobre los propios principios metódicos que concibieron la película. Para decirlo todo, su tema es el propio movimiento Dogma 95; es una metáfora de su propia cultura creativa y transgresora. Pero, al mismo tiempo, es una especie de obra de arte infinito en el que el fondo está en la forma, como corresponde a todo arte, y que, a su vez, la forma está en el fondo. Creo que este sólo hecho es ya de una gran capacidad poética que no debe pasar desapercibida.
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