INTERSTELLAR: imagen fílmica y fetichismo científico.
- Yev O. P.
- 8 jul 2016
- 3 Min. de lectura

De todas las comparaciones exageradas que he oído acerca de Interstellar de Cristopher Nolan, la que más me gusta es la que la pone al lado de la bomba atómica: científicamente correcta pero desastrosa. Comparación exagerada, sí, pero con un delicado atino, si se mira a detalle lo que la película quiere significar, así como el tratamiento técnico que hace Nolan para su propósito. La pregunta que quisiera hacer a los creadores de Insterstellar es, pues, la siguiente: ¿qué tan irresponsable se tiene que ser para hacer una película como esta? Y no digo nada más que sea irresponsable con nosotros, los buenos espectadores que damos nuestro dinero a los monopolios del cine — donde los haya —, a cambio de que Nolan finalmente nos sorprenda con su tan perseguido mindfuck. Incluyo también aquí a todo su ejército de camaristas, guionistas, maquillistas, asesores científicos y sirve-tragos que se emplearon para llevar a la gran pantalla una película tan prodigiosamente cara, sólo para dejarnos con un significado tan insípido, tan quemado, tan vacío, tan barato, como lo es el de el amor atraviesa todas las dimensiones (literalmente). ¿Es necesario tanto esfuerzo para afirmar algo tan irrelevante?
¿O es que todo se trata de poner pretextos para imponernos imágenes visionarias cuidadosamente diseñadas por un grupo de programadores y astrofísicos que son especialistas en todo menos en cine — hecho que no importa pues todo se trata de la verosimilitud y grandiosidad de las imágenes —? Creo que eso debe ser, porque Nolan decide poner a la historia en función de los efectos especiales, y no a la inversa. En lugar de hablarnos naturalmente con imágenes deleitosas, usa imágenes deleitosas donde poner a hablar antinaturalmente a sus personajes. Y apúntese que este asunto de la imagen es delicado en el cine. Edgar Morin había escrito que lo más importante en la imagen fílmica no era tanto que fuera una primera impresión, algo nuevo por verse, sino que consistiera en una revivificación de las experiencias humanas. Por su parte, un artículo de WIRED elogia el hecho de que las imágenes del agujero negro en Interstellar fueron simulaciones de densas ecuaciones extraídas de la moderna matemática relativista, de modo que el agujero negro de la película es lo más parecido a lo que sería un agujero negro “real"... Pero, ante tales comentarios, uno sólo puede preguntarse: ¿qué mierda está pasando? ¿Ahora la ciencia tiene autoridad en el séptimo arte? ¿No podemos hablar de cine en términos de cine? Si consideramos con Morin que lo valioso en una imagen fílmica tiene que ver con su capacidad de evocar un mundo propio que se había olvidado, y no mostrar un mundo por completo desconocido a nuestros ordinarios ojos, entonces debemos criticar a Interstellar por ser demasiado correcta, incluso fetichista, en su afán de justificarse científicamente. En el cine sólo podemos hablar de correcto en términos fílmicos; y la única verdad que nos debe de importar es la de la historia que se está contando. No tiene caso, pues, alabar a Interstellar por ser científicamente correcta — Neil deGrasse Tyson no tiene cabida en estas discusiones, por más que así lo desee —.
Por el lado de lo narrativo, Interstellar es una completa aberración. Cuando las reglas del mundo ficticio se establecen por medio de densos diálogos en lugar de que sea por medio de situaciones naturales, se corre el riesgo de tener una película sobrecargada con escenas explicativas que, en última instancia, no dejan de ser muletillas, situaciones atípicas de la trama que, por la misma naturaleza del medio, caen en clichés poco convincentes — y nada convenientes — para la historia. Es aquí donde conviene ser correcto, no en la puta ciencia. Esto no significa, desde luego, que no haya historia en Interstellar. Sí la hay, e incluso el guión funciona como un cuento que termina donde comenzó, intentando proveernos de un sucedáneo de sentido y de clímax. Por otro lado, Interstellar carece de un adecuado diseño de los personajes a través de las situaciones y los conflictos, y en este sentido es tan superficial como puede serlo. Por eso todos sus personajes están muertos, sin importar si han sido destrozados por fuerzas de la naturaleza del espacio-tiempo, o no. (Otra pregunta: ¿qué tan irresponsable se tiene que ser para truncar todo el ímpetu de MacConaughey en su mejor año?).
Interstellar es una de esas películas que a primera vista pueden parecer excitantes, pero que a los pocos minutos cae en aceleración constante hasta el punto en que lo único que quieres es salir corriendo a tu computadora y escribir toda la mierda posible contra ella. (Y acerca de su club de fans sólo tengo una pequeña cosa qué decir: son el reflejo de una sociedad que idolatra los valores científicos por encima de otros. Esto no le ha hecho ni le hará ningún bien a la humanidad, así como no lo hizo con Interstellar.)
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